Descubre Benavente… en siete puntos 

Un tesoro romántico. En Benavente se conservan dos joyas de estilo románico. Una de ellas es la iglesia de Santa María del Azogue (azogue significa mercado) cuyo nombre evoca la tradición mercantil que siempre caracterizó la ciudad. La cabecera y la planta general responden al románico. Tiene cinco ábsides semicirculares, que imprimen al conjunto un especial juego de volúmenes, de influencia cisterciense. Su interior es destacable por los adornos, sobre todo en el crucero y los ábsides. Compite sin duda con la otra joya románica de la ciudad, San Juan del Mercado, que presume de portada y de retablos.

Un castillo con historia. En tiempos fue uno de los alcázares más destacables de España, como testimonian escritores y viajeros. La antigua fortaleza tras varias reconstrucciones servirá posteriormente de palacio a los Pimentel,  condes de Benavente. El Castillo sería incendiado en el transcurso de la Guerra de la Independencia, y posteriormente demolido en las primeras décadas del siglo XX. Se conserva la Torre del Caracol, obra del siglo XVI, mezcla del gótico y del renacimiento. Actualmente forma parte del Parador de Turismo de la ciudad.

En pleno Camino de Santiago de la Vía de la Plata. Para albergar a los peregrinos que desde el Sur y el Este de la Península se dirigían a Compostela se levantó el Hospital de la Piedad. De estilo renacentista (s. XVI) destaca su portada con el relieve de la Piedad y la concha jacobea que lo remata. En el interior destaca un hermoso claustro porticado y la capilla.

El sabor de la Tierra en la buena mesa. En la huerta de la comarca benaventana se cultivan los pimientos «morrones», producto de calidad que no puede faltar en sus  mesas. Se hace exaltación de este manjar cada año en una feria que tiene lugar a finales de Septiembre. Además, destacan entre los platos de  su variada gastronomía las truchas del Tera, el bacalao a lo tío, las ancas de rana, además de los quesos y embutidos que hacen las delicias de propios y visitantes.

Por si fuera poco una serie de postres complementan tan deliciosos manjares, como los típicos «feos». La tradición repostera de los conventos benaventanos tiene su expresión en la elaboración de exquisiteces propias de la mejor gastronomía como son la tarta del Císter y de las rosquillas de ángel.

Vinos divinos. Por su climatología y tipo de suelo, en la comarca de Benavente y Los Valles se puede presumir de contar con unos vinos excelentes. Está reconocido con la denominación Vinos de Calidad Valles de Benavente. Se elaboran exclusivamente con excelentes variedades de uva, y dan origen a unos caldos perfectos para acompañar cualquier ocasión que se precie.      

Fiestas populares con interés turístico. La tradición avala el fervor de los benaventanos con la llegada de las Fiestas del Toro Enmaromado, cuyos orígenes se remontan siglos atrás. Se celebra el miércoles de la semana del Corpus y están declaradas de Interés Turístico Regional. Las peñas, las charangas, las verbenas, los encierros… complementan unas fiestas cuyo protagonista es el Toro, que atado por una maroma recorre las calles de Benavente, seguido por los mozos.

Otra de las Fiestas que dan carácter a la ciudad son las de La Veguilla (en honor a la Virgen de la Vega). Tienen lugar ocho días después del Domingo de Resurrección y su rasgo más tradicional es la «Petición del Toro Enmaromado», que recorrerá las calles cincuenta y un días después.

Semana Santa es otra cita obligada para los benaventanos, pues mantienen antiquísimas tradiciones perpetuadas por sus cofradías.

De tapeo. El arte del , como es habitual en cada rincón del país, es actividad preferente para degustar deliciosos vinos que son acompañados por suculentas tapas de los más variados sabores. Lugar de especial concentración para ir de vinos es la Calle Sancti Spíritus y sus alrededores, aunque hay otras zonas para tapear distribuidas por la ciudad.

* Textos: Juan Carlos de la Mata